Migraciones: el desarrollo armónico.
“En el Día Internacional del Migrante, debemos reafirmar nuestro compromiso de establecer sociedades diversas y abiertas que brinden oportunidades y aseguren una vida digna a todos los migrantes”, así manifestaba el pasado año Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU, la necesidad de favorecer el papel fundamental que la población migrante tiene en el desarrollo global.
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Se corrobora, de esta manera, el ancestral carácter nómada de la especie humana, más si cabe en un mundo interconectado por las nuevas tecnologías y los avances en los medios de comunicación y transporte y, al mismo tiempo, separado por enormes desequilibrios económicos y políticos entre regiones. Es precisamente esta desproporción en la ubicación territorial de la riqueza, que a su vez origina distintos planos políticos y sociales, la que motiva la voluntad del ser humano de viajar, abandonando su lugar de origen en busca del acceso a los recursos básicos para su supervivencia y desarrollo personal. Vivimos, por tanto, en un mundo cruzado de sur a norte y de este a oeste, por una fuerza laboral diversa (que es también una fuerza de consumo) que condiciona y define, no solo la actividad económica global, sino todos los ámbitos de la actividad humana.
Uno de los ejemplos más evidentes del poder transformador de las migraciones lo encontramos en EEUU, con casi 46 millones de migrantes en la actualidad. Una nación que surge como tal a finales del siglo XVIII, a raíz de los movimientos migratorios provenientes de Europa y que ha ido edificándose y elevándose a máxima potencia internacional, durante los poco más de dos siglos siguientes, gracias al asentamiento de personas provenientes de los cinco continentes. La historia de liderazgo mundial de los EEUU es la historia del potencial de desarrollo de las migraciones modernas. Una nación construida sobre el esfuerzo conjunto de personas de todas las procedencias imaginables, lo que la convierte en un modelo que constata que la diversidad cultural puede convertirse en motor económico de primer orden. Los distintos bagajes culturales, visiones, conocimientos y habilidades… aportados por los trabajadores de todos los lugares del mundo han sabido conjugarse en este país del norte de América para dar como fruto un contexto empresarial que es líder mundial y que tiene como bandera de su éxito la innovación y la interculturalidad.
Un modelo más cercano de sociedad definida por el papel de las migraciones lo encontramos en la Unión Europea. La Europa común es un espacio geográfico de pequeñas dimensiones, si lo comparamos con otras regiones, que cuenta con una altísima densidad de población (unos 340 millones de habitantes), en el que conviven y trabajan, en un mercado laboral sin fronteras nacionales, personas de muy diferentes culturas, lenguas, nacionalidades, etc. La afluencia continua y creciente de migrantes de otros lugares del mundo es un hecho que confirma el carácter multicultural del viejo continente. Según recientes estudios de algunas de las más importantes entidades financieras europeas (Credit Suisse, HSBC, Deutsche Bank), el progreso de la economía de la UE está ligado estrechamente a los movimientos migratorios. Dichos análisis coinciden en atribuir al asentamiento en el viejo continente de los nuevos movimientos migratorios un crecimiento, en los aproximadamente próximos 10 años, en torno a 0,2 y 0,3 puntos del PIB de la UE, que podría alcanzar hasta el 1,9 en países como Alemania. El envejecimiento de la población residente, unido a la necesidad de fuerza laboral exterior, con los efectos de reactivación que ello tendrá sobre el consumo, nos lleva a un panorama en el que Europa deberá incorporar y gestionar la diversidad empresarial de índole cultural que aportan los trabajadores y trabajadoras llegados desde otros países. Solo contando con la aportación de los inmigrantes podremos avanzar hacia un crecimiento económico válido que incida en la cohesión social europea.
Desde el Proyecto Sensibiliza para la Gestión de la Diversidad en la Empresa queremos contribuir a la celebración del Día Internacional del Migrante (18 de diciembre) con la idea de que, también en los contextos profesionales, la esencia nómada del ser humano nos ofrece la gran oportunidad de abrir nuestra mente y ampliar nuestras miras hacia una manera enriquecedora, más eficiente y creativa de afrontar el desarrollo óptimo y armónico de la actividad empresarial de nuestro tiempo.