Llegó hace 13 años a España y desde entonces no ha dejado de trabajar y estudiar. Trabajando como interna en una casa, en 2010, se dirigía a su lugar de trabajo sobre las 11 de la noche cuando le paró un coche patrulla de la policía preguntándole que a dónde iba a esas horas. “A trabajar”, respondió. “Trabajo de interna en esa casa. ¿Por qué me habéis parado?”, preguntó sorprendida. Le dijeron que les habían dado el aviso de que habían roto un cristal en esa zona. Después de pedirle la documentación y comprobar que todo estaba en orden, la dejaron marchar. “Estamos haciendo nuestro trabajo”, le dijeron, aunque ella no sabe si el incidente fue real o se trataba de una mera escusa. Desde ese momento no ha vuelto a tener ningún otro problema. “Aunque en mi país, Nigeria, hay pobreza, se sobrevive y hay posibilidad de seguir adelante si se lleva como debería”, dice. En España cree que desde la crisis, la discriminación ha aumentado, y que la situación de los inmigrantes en general es peor, pero ella asegura que “no se puede quejar”.
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