Diversidad cultural en las altas esferas: rompiendo el techo de cristal
Nos encontramos, una vez más, con una clara incongruencia que coarta la capacidad expansiva de estas empresas: un concepto empresarial restrictivo, localista, rígido y homogeneizador para operar dentro de la economía global. Parece claro que solo permitiendo el desarrollo pleno de todas las posibilidades que plantea la diversidad cultural dentro de las empresas les será dado a estas poder comprender, abarcar y afrontar con garantía de éxito los retos y las oportunidades que surgen en el actual contexto económico. La existencia de un “techo de cristal” contra el que se estrellan capacidades y visiones diversas, miradas y puntos de vista diferentes, etc., no es el mejor punto de partida para ser competitivos o todo lo competitivos que podríamos ser.
Al dirigir nuestra mirada hacia las grandes compañías españolas nos encontramos con la constatación de la existencia de esta barrera tácita que limita la composición de sus equipos directivos y juntas de administración, lo que implica una importante rémora a la capacidad de adaptación de estas empresas a las posibilidades abiertas que ofrece la sociedad de nuestro tiempo; una sociedad diversa y cada vez más plural. El panorama no es mucho más halagüeño a este respecto si echamos un vistazo a otros países de nuestro entorno: se cuenta con la diversidad cultural pero solo hasta cierto punto, a partir del cual la puerta permanece cerrada a cal y canto. Sin embargo, un reciente estudio presentado por el prestigioso The Financial Times, nos muestra que sí hay economías capaces de interpretar con mayor profundidad las presentes circunstancias, atreviéndose a hacer añicos ese “techo de cristal”. En concreto, el análisis se refiere a las más importantes corporaciones británicas, en las que la presencia de directivos de otras nacionalidades casi roza el 50% de la composición total de sus juntas de gobierno; abarcando este perfil incluso a un porcentaje muy elevado de los cargos presidenciales de dichas entidades. Ante el modelo limitativo y endogámico por el que siguen apostando gran parte de las empresas de muchos países del primer mundo, se impone esta forma británica de otorgar el poder y la capacidad de decisión a la diversidad, la diferencia y la riqueza cultural.