Beneficios de la Diversidad cultural en el trabajo: desde nuestros bolsillos hacia el balance ...
Un reciente estudio realizado en los Estados Unidos desmonta algunos de los falsos mitos más extendidos relacionados con la incorporación de fuerza laboral proveniente de la inmigración. Las conclusiones del mismo inciden sobre los beneficios económicos de la diversidad cultural en las empresas a través de un análisis que propone una visión en perspectiva que va de lo particular a lo general.
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A la hora de evaluar el impacto que los efectos de la inmigración tiene sobre las sociedades de acogida debemos estar preparados para sortear un clima que generalmente resulta hostil y que incide sobremanera en la opinión pública, generando peligrosos estereotipos extendidos entre la población receptora. Esta visión estereotipada de la realidad genera prejuicios que ahondan en la discriminación y que frustran cualquier proyecto de convivencia intercultural. Gran parte de dichas ideas preconcebidas acaban por ser desenmascaradas, demostrándose falsas e infundadas a poco que se aplique sobre ellas un sistema científico capaz de cuantificar la repercusión real de la inmigración sobre el modelo de vida del primer mundo.
Muchos de esos falsos mitos, enarbolados sistemáticamente por quienes pretenden menospreciar los beneficios y oportunidades de progreso que para las sociedades avanzadas supone la acogida y normalización social de las personas que provienen de otras áreas geográficas, tienen que ver con el ámbito del trabajo. En este sentido, existe una idea muy extendida en el imaginario colectivo de los países receptores según la cual la fuerza laboral constituida por las personas extranjeras tiene efectos negativos sobre los trabajadores autóctonos. Diferentes estamentos sociales siguen compartiendo, sin rigor ni pudor, la falsa afirmación de que los trabajadores y trabajadoras extranjeras, sobre todo los que cuentan con poca o ninguna cualificación profesional, deprimen las condiciones laborales y los sueldos de los empleados locales e inciden en un decremento generalizado de la productividad en las empresas y, por tanto, de la economía de las áreas de destino de la inmigración.
Sin embargo, un reciente estudio publicado por la prestigiosa editorial estadounidense Journal of Economic Geography, llevado a cabo por expertos de las Universidades de Southampton y Buffalo y realizado en diferentes ciudades del país norteamericano, desmonta completamente estas afirmaciones, que se han ido propagando sistemáticamente pese a carecer de argumentación sólida. Según dicho estudio el contingente laboral formado por las personas inmigrantes, independientemente de su nivel formativo o cualificación profesional, representa una importante inyección para la economía estadounidense, lo cual se materializa a niveles macroeconómicos, pero también en el plano de las economías domésticas. La investigación llevada a cabo concluye que la diversidad de procedencias nacionales, así como la heterogeneidad en la capacitación de los profesionales extranjeros (profesionales con diferentes grados de cualificación e, incluso, sin ningún tipo de cualificación), supone un incremento medio cuantificado del 1,6% en los salarios de las plantillas de las empresas. Este efecto indudablemente positivo se ve amplificado conforme se extiende el ámbito de aplicación del estudio. De esta manera, si tenemos en cuenta al conjunto de la población trabajadora del área metropolitana en la que la fuerza de trabajo es diversa desde el punto de vista de la procedencia geográfica y de su cualificación, el incremento salarial medio por trabajador llega a ser del 5,8%. Obviamente, la repercusión positiva que la diversidad cultural tiene en los bolsillos de cada trabajador/consumidor/contribuyente genera un impacto global en el mismo sentido sobre las economías de las naciones más comprometidas con la igualdad de oportunidades y la inclusión de las personas provenientes de los flujos migratorios en todos los niveles de la sociedad. Estas ventajas, que han podido ser cuantificadas y que operan en el plano económico, no suponen más que una parte de los beneficios que aporta la diversidad en las empresas. Existen otros factores, tales como la generación de un clima laboral inclusivo que incida en la idea de pertenencia e identificación de la plantilla con los fines de la empresa; la búsqueda, captación, mantenimiento y pleno desarrollo del talento diverso, que impulse la innovación; el acceso a cauces efectivos de comunicación que ayuden a establecer vínculos efectivos con la sociedad (y con el mercado); etc., que redundan en la idea de que la correcta gestión de diversidad cultural es una oportunidad única para el progreso de la empresa de nuestro tiempo.